De las sombras y Las nubes -






De las formas descansando en el aire


Entendí (tan tarde, lo siento, es siempre esto que me pasa)


No es vapor lo que flota,


“un descanso de blancos”


Pero tampoco eso,


Imaginé algo de sombra les brote. pensé en eso


Mil jirones, hilos, blanco, espuma, telas, gasas, eternas gasas


Tampoco eso….


Se me perdió el mundo intentando explicar,


Me perdí, yo,


la forma se me fue en el cuerpo, pobre de mí, se pierde/me, ¿aire, agua?


Pero explican, todo se explica, el orden, los pasos, el que va después,



Se me pierde el cuerpo, el hábito, la nube, el jirón no de hilos ni de telas,


“No es vapor lo que flota”


Lo digo ahora con más fuerza,


Pienso en las telas,


En lo que queda en al aire y no se sabe,



Cada uno entre lo bello,


Cada escama, y flota en el rio, cosas de nada, la nube, su sombra se va


Queda, quedo yo, ya sin formas,


El cielo, celeste su pasar, y el mío, ya sin aire, ni blancos, ni nubes.


Me asusta a veces,


Ojala alguien, (lo pienso, es de no creer)


Se apiade, al fin,


Y sean jirones, y se enlacen,


y sean sombras y se infundan


y sean noctos, efímeras noches y que caigan,


y que tuerzan, y que broten.

Las preocupaciones de un padre de familia - Franz Kafka

Algunos dicen que la palabra «odradek» precede del esloveno, y sobre esta base tratan de establecer su etimología. Otros, en cambio, creen que es de origen alemán, con alguna influencia del esloveno. Pero la incertidumbre de ambos supuestos despierta la sospecha de que ninguno de los dos sea correcto, sobre todo porque no ayudan a determinar el sentido de esa palabra.
Como es lógico, nadie se preocuparía por semejante investigación si no fuera porque existe realmente un ser llamado Odradek. A primera vista tiene el aspecto de un carrete de hilo en forma de estrella plana. Parece cubierto de hilo, pero más bien se trata de pedazos de hilo, de los tipos y colores más diversos, anudados o apelmazados entre sí. Pero no es únicamente un carrete de hilo, pues de su centro emerge un pequeño palito, al que está fijado otro, en ángulo recto. Con ayuda de este último, por un lado, y con una especie de prolongación que tiene uno de los radios, por el otro, el conjunto puede sostenerse como sobre dos patas.

Uno siente la tentación de creer que esta criatura tuvo, tiempo atrás, una figura más razonable y que ahora está rota. Pero éste no parece ser el caso; al menos, no encuentro ningún indicio de ello; en ninguna parte se ven huellas de añadidos o de puntas de rotura que pudieran darnos una pista en ese sentido; aunque el conjunto es absurdo, parece completo en sí. Y no es posible dar más detalles, porque Odradek es muy movedizo y no se deja atrapar.

Habita alternativamente bajo la techumbre, en escalera, en los pasillos y en el zaguán. A veces no se deja ver durante varios meses, como si se hubiese ido a otras casas, pero siempre vuelve a la nuestra. A veces, cuando uno sale por la puerta y lo descubre arrimado a la baranda, al pie de la escalera, entran ganas de hablar con él. No se le hacen preguntas difíciles, desde luego, porque, como es tan pequeño, uno lo trata como si fuera un niño.

-¿Cómo te llamas? -le pregunto.

-Odradek -me contesta.

-¿Y dónde vives?

-Domicilio indeterminado -dice y se ríe. Es una risa como la que se podría producir si no se tuvieran pulmones. Suena como el crujido de hojas secas, y con ella suele concluir la conversación. A veces ni siquiera contesta y permanece tan callado como la madera de la que parece hecho.

En vano me pregunto qué será de él. ¿Acaso puede morir? Todo lo que muere debe haber tenido alguna razón be ser, alguna clase de actividad que lo ha desgastado. Y éste no es el caso de Odradek. ¿Acaso rodará algún día por la escalera, arrastrando unos hilos ante los pies de mis hijos y de los hijos de mis hijos? No parece que haga mal a nadie; pero casi me resulta dolorosa la idea de que me pueda sobrevivir.






Breve introducción al ocaso de los camellos




Cuando acontece que un camello muere se sabe es este un evento nimio para aquellos que poco entienden de idas y del sopor que arrastra una suela que se vuelve ahora huella. Cuadrúpedos, taciturnos, los camellos desconocen la palabra “pena” y no discuten demasiado cuando presencian encarnizadas charlas que mezclan existencialismo con subjetivismo, angustias con eventos festivos. Son animales simples y solos aguardan, limitados a girar la vista cuando un colegiado revuelve los canales de televisión con graficas de barra y Paretos y conclusiones que poco entienden. No suelen estar al tanto del mecanismo que triunfa en encender un día en la noche, ni de grifos, ni de lo intenso que se torna calcular la onda verde en horas pico. […] Seres ignorantes y lentos, un camello rara vez se detiene a presenciar las líneas de producción en serie, la variedad de carteles, el tumulto típico de la ciudad.
¡Ambición festejable la que lleva las vacas a observar el pos margen de los alambrados! No los camellos, nunca ellos que se dejan de cotidiano caer, vanos como semillas sobre adoquines, limitada su ciencia al instinto dormido, al masticar rítmico y obligado. Pereza de espíritu, liviandad de arrojo.





(Aún así y todo, he oído de camellos dibujando el desconsuelo ante cuerpos semejantes e inánimes, arremolinados en suplica frente a uno de sus caídos, y quizás es cierto, digo, y no valga esto siquiera como introducción, pero tan sólo quería comentar que amarrado de iniciativa como puede y a la vez llega también a ser, un camello no falla nunca en extrañar a otro camello)

Posibilidades de abstraccion - Cortazar...





Trabajo desde hace años en la Unesco y otros organismos internacionales, pese a lo cual conservo algún sentido del humor y especialmente una notable capacidad de abstracción, es decir, que si no me gusta un tipo lo borro del mapa con sólo decidirlo, y mientras él habla y habla yo me paso a Melville y el pobre cree que lo estoy escuchando. De la misma manera, si me gusta una chica puedo abstraerle la ropa apenas entra en mi campo visual, y mientras me habla de lo fría que está la mañana yo me paso largos minutos admirándole el ombliguito. A veces es casi malsana esta facilidad que tengo.

El lunes pasado fueron las orejas. A la hora de le entrada era extraordinario el número de orejas que se desplazaban en la galería de entrada. En mi oficina encontré seis orejas; en la cantina, a mediodía, había más de quinientas, simétricamente ordenadas en dobles filas. Era divertido ver de cuando en cuando dos orejas que remontaban, salían de la fila y se alejaban. Parecían alas.

El martes elegí algo que creía menos frecuente: los relojes de pulsera. Me engañé, porque a la hora del almuerzo pude ver cerca de doscientos que sobrevolaban las mesas en movimiento hacia atrás y adelante, que recordaba particularmente la acción de seccionar un biftec. El miércoles preferí (con cierto embarazo) algo más fundamental, y elegí los botones. ¡Oh espectáculo! El aire de la galería lleno de cardúmenes de ojos opacos que se desplazabn horizontalmente, mientras a los lados de cada pequeñobatallón horizontal se balanceaban pendularmente dos, tres o cuatro botones. En el ascensor la saturación era indescriptible: centenares de botones inmóviles, o moviéndose apenas, en un asombrosocubo cristalográfico. Recuerdo especialmente una ventana (era por la tarde) contra el cielo azul. Ocho botones rojos dibujaban una delicada vertical, y aquí y allá se movían suavemente unos pequeños discos nacarados y secretos. Esa mujer debía ser tan hermosa.

El miércoles era de ceniza, día en que los procesos digestivos me parecieron ilustración adecuada a la circunstancia, por lo cual a las nueve y media fui mohino espectador de la llegada de centenares de bolsas llenas de papilla grisácea, resultante de la mezcla de corn-flakes, café con leche y medialunas. En la cantina vi cómo una naranja se dividía en prolijos gajos, que en un momento dado perdían su forma a cierta altura de un depósito blanquecino. En este estado la naranja recorrió el pasillo, bajó cuatro pisos y luego de entrar en una oficina, fue a inmovilizarse en un punto situado entre los dos brazos de un sillón. Algo más lejos se veían en análogo reposo un cuarto de litro de té cargado. Com curioso paréntesis (mi facultad de abstracción suele ejercerse arbitrariamente) podía ver además nua bocanada de humo que se entubaba verticalmente, se dividía en dos translúcidas vejigas, subía otra vez por el tubo y luego de una graciosa voluta se disersaba en barrocos resultados. Más tarde (yo estaba en otra oficina) encontré un pretexto para volver a visitar la naranja, el té y el humo. Pero el humo había desaparecido, y en vez de la naranja y el té había dos desagradables tubos retorcidos. Hasta la abstracción tiene su lado penoso; saludé a los tubos y me volví a mi despacho. Mi secretaria lloraba, leyendo el decreto por el cual me dejaban cesante. Para consolarme decidí abstraer sus lágrimas, y por un rato me deleité con esas diminutas fuentes cristalinas que nacían en el aire y se aplastaban en los biblioratos, el secante y el boletín oficial. La vida esta llena de hermosuras así.

"Posibilidades de la abstracción". En: Historia de Cronopios y de Famas, Cortázar, Julio; Bs As, 1966.

The man with beautiful eyes

Cortometraje basado en poesia de Charles Bukowski

Ocultaciones - De mi amigo Jonatan Santos

Foto de Robert Wyatt


Se escribe y se tiembla

pero no sé cuál de las dos sucede primero

todo está conectado por una ruta que araña el desierto

en ese lugar de brumas a través del cual

se ve todo y no se ve nada

y hasta nos da la impresión de que uno

siempre regresa a los escondites de la infancia y

cuantas más cosas escuchamos, más advertimos los

lazos secretos que existen entre sí

dijo Robert Wyatt antes de saltar del tercer piso

en una fiesta de Pink Floyd

pero a Robert Wyatt le gustaba dormirse

con Thelonious Monk de fondo, y a Monk

le gustaba dormir debajo del escenario

como dije antes tal vez todo esto se trate de elegir

un sitio anegado de sombras, un rincón

donde los demás lleguen con la visión dificultosa

para hacernos debidamente más chicos de lo que somos

mientras escuchamos los pasos que se acercan

borrosamente del otro lado hasta que

somos en definitiva descubiertos.

BiciSendas...

Estamos vivos y es lo unico que necesitamos para empezar. J.Leeds