Un personaje de telenovelas



Existe un personaje de telenovelas.

Yo no lo conozco, es una pena, no es de mí que quiero hablar sin embargo, el hecho es: el personaje es del tipo (todo esto me cuentan). Le gustan los árboles y esa postura que deja libre la mirada pero no tanto, los relojes. Hay un rincón del orbe que se confunde con todos los rincones conocidos, él dice: - Es tan cotidiano este lugar. Y lo observan todos como sabiendo de lejos esa locura que lo redime. Tiene las uñas cortadas en perfecto semi-elipse, las contempla él con esos ojos de zorro triste, su cara cortada como en hachas: yo lo sé aseado como vitrinas, es un hombre que de a ratos sabe lo que quiere y visita iglesias por pura caridad, le van pantalones marrones pertinentes como guantes, ese tipo de cosas.

Lo he pensado muchas veces arriesgando promesas al cielo, enterrándose para siempre en los bosques sin nombre, apaciguado en algún estado efímero de libertad mientras el viento azote las demás tierras de los hombres.

Temo por mí.

No nazco con los nuevos días y me acostumbra el tiempo a enamorarme de las ideas. (Es terrible pensar) y despierto agitado, lo siento a punto de tocar a mi puerta -por alguna razón no alcanza a golpear la madera- que el camino ha elegido un rumbo otro y nunca veré sus ojos de zorro triste, es terrible.

Y entiendo he de quedarme sin opciones, voy a abandonarlo para que vague cruel por los televisores crueles (odio las telenovelas), lo sabré mirando los arboles o los relojes en un tiempo falso y abstracto,

Quizás esa forma de abandono sea por puro apego, quizás sea el precio que pago, la renuncia a ese país muerto que son las ideas.

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Estamos vivos y es lo unico que necesitamos para empezar. J.Leeds