No lo sé con seguridad, creo sí haber perdido el hábito: antes era distinto y me remontaba como la niebla en una palma abierta se hacía la noche yo creía aún no oscurecía: entre las gentes venían riveras de ojos sin calma a mí, era bueno y en el calor de un guiño perdía mis tiempos Hay una hilera de fresnos color rojo sangre camino a General Lagos, basta con girar pasadas ya las grietas y trenes se abre ausente entre la nada y los trigos Ya no voy a sentir lo que aquella vez al verla Ni siquiera el caucho y las llamas entre el humo negro, El rojo tan rojo que muerde la realidad se mete en el cuerpo Creo entender: el hábito se me ha ido ya se ha ido para siempre.
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Hace 8 años
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