Tengo
un hombre gris
él
nos visita sin culpa
un
domingo
un
lunes
es
el visitante que nadie quiere
yo
no sé explicarlo demasiado bien.
Sus
falencias son algo así como las mías,
es
descuidado
golpea
todo a su paso
y
cree en la poesía,
como
excusa
como
calabozo de hielo que aguarda
inevitablemente
y luego explota
Magdalena
tiene ya su veredicto:
este hombre va a sobrevivir nuestra tristeza
nosotros,
en cambio, no lo haremos
eso
la apena
y
yo me encierro como insecto en una jaula de cristal
cuando
este hombre gris entra en casa
y
se acuesta en nuestra cama
y
nos ataca con argumentos válidos
o
simplemente juega al solitario
en
el living,
en
la sala,
sabe
desviar su vista, hacia algún punto blanco en mi pared